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FAMILIA CHAVEZ SANDOVAL
Luis Alberto, de 39 años, se dedica a la siembra. Su esposa, Viridiana, de 40, se encarga del hogar y del cuidado de sus hijos: Citlali Berenice (22), Gabriela (20) y Ramón (19), quienes trabajan en una mezcalera o en el campo y solo estudiaron la primaria; Isabel, de 13 años, cursa la secundaria; y Luis Alberto, de 11, aún está en la escuela. Desde hace diez años viven en una casa rentada por la que pagan 2,000 pesos al mes, y aunque todos en la familia colaboran con los gastos, vivir al día limita sus posibilidades de mejorar sus condiciones de vida.
La casa que habitan tiene piso de cemento, paredes de ladrillo, techo de lámina y dos ventanas funcionales. Aunque no se filtra el agua, el espacio sigue siendo limitado. El baño está fuera de la vivienda, con el área para bañarse y la taza en el mismo espacio. La vivienda cuenta con cinco camas, algunos electrodomésticos y un solo ropero para la ropa de la familia. Tienen acceso a luz, agua potable, drenaje y pagan puntualmente sus servicios. Sin embargo, la tienda más cercana está a 20 minutos caminando, la escuela también, y el centro de salud se encuentra a una hora en camión, lo que complica el acceso en caso de una emergencia. En su comunidad, la mayoría de las personas trabajan en el campo o en empresas cercanas.
Hoy, gracias a Construyendo, la familia tiene la oportunidad de transformar su historia. Una vivienda digna no es solo una mejora física, es una renovación emocional y social. Cada panel, cada alambre colocado por manos voluntarias será parte de un nuevo comienzo para esta familia. A ti, voluntario y aliado, te invitamos a sumarte a esta causa. Juntos podemos construir no solo una casa, sino un hogar donde esta familia pueda crecer con seguridad, dignidad y esperanza. Porque Construyendo no solo construye casas: construye dignidad, comunidad y futuro.
