
Hoy, gracias a Construyendo, esta familia tiene la posibilidad de iniciar un nuevo capítulo. No se trata solo de levantar una casa, sino de sembrar esperanza. Cada clavo, cada tabla colocada con amor, representa un paso hacia la seguridad y el bienestar. A ti, voluntariado y aliados, te invitamos a formar parte de este cambio real. Juntos, hagamos posible un nuevo comienzo lleno de dignidad y esperanza. Gabriela, de 33 años, y Jaime, de 40, viven en el municipio de Tequisquiapan, Querétaro, junto a sus tres hijos: Alexis, de 13 años; Aarón, de 12; y el pequeño Jaime, de 9. Jaime trabaja como ayudante de albañil para sostener a su familia, mientras Gabriela se encarga del cuidado del hogar y de sus hijos.
Hace más de cinco años, Gabriela y Jaime tomaron la difícil decisión de dejar la casa de sus padres debido a problemas de convivencia con sus hermanos. Desde entonces, comenzaron a rentar un pequeño espacio que con el tiempo ha resultado insuficiente para la familia. Actualmente pagan 1,500 pesos mensuales por una vivienda que cuenta con dos cuartos en la planta alta: uno para los hijos y otro para la pareja.
A medida que sus hijos crecen, las necesidades del hogar también aumentan. El costo de la renta, sumado a los gastos escolares, ha comenzado a rebasar sus posibilidades económicas. El sueño de tener una casa propia parece cada vez más lejano, pero no han perdido la esperanza. Es por eso que se han acercado a Construyendo, con la ilusión de lograr, con apoyo y esfuerzo, un hogar digno con el espacio necesario para vivir de forma cómoda y segura.
Este proyecto no solo construye paredes, sino historias llenas de posibilidades. Con cada acción solidaria, una vida cambia para siempre. A ti, voluntariado y aliados, te extendemos la invitación para ser parte activa de esta transformación. Porque con cada gesto, construimos mucho más que casas: construimos futuro.