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FAMILIA GONZALEZ CLIMATO

El hogar es el primer espacio donde las personas aprenden a convivir, a sentirse seguras y a construir vínculos que les dan sentido y fortaleza. Tener un lugar digno donde vivir no solo cubre una necesidad básica, sino que también permite a las familias desarrollarse en un entorno de respeto, cuidado y estabilidad emocional. Cuando esa estabilidad se rompe por la violencia o la pobreza, reconstruirla se vuelve urgente y vital.
Angélica tiene 37 años y es madre de dos adolescentes: Luis Miguel, de 15 años, y Melina, de 17. Ambos continúan sus estudios mientras ella trabaja como empleada del hogar en una casa en Valle de Bravo. Viven en Donato Guerra, Estado de México, enfrentando cada día las duras consecuencias de haber escapado de un entorno de violencia.
Hace unos meses, Angélica tomó una decisión valiente: dejar atrás una vida marcada por el maltrato de su pareja, quien los corrió del hogar. Salieron con lo poco que tenían, buscando un lugar seguro donde reconstruir su historia. Hoy, los tres comparten un pequeño cuarto de apenas 3×3 metros, sin baño ni cocina propios, con paredes endebles y techo de lámina que no los protege del frío ni la lluvia. El hacinamiento, la falta de privacidad y las condiciones precarias hacen muy difícil su día a día.
A pesar de todo, Angélica no se rinde. Su amor por sus hijos es su mayor motor. Ella lo expresa con claridad y esperanza:
“Me acerqué a Construyendo y sus aliados porque sueño con tener un hogar digno para mis hijos y para mí. Después de salir de una situación de violencia, vivimos en un cuartito rentado, sin baño ni cocina. Quiero darles un lugar seguro, donde podamos estar tranquilos y empezar de nuevo”.
Angélica busca más que una casa: anhela un espacio donde puedan sanar, crecer y volver a sentirse en paz. Su historia es un llamado a la empatía, pero también a la acción. Construyendo Comunidades Integrales, A.C. puede ayudarle a dar ese paso hacia una vida más justa y digna.
Hoy, tú puedes ser parte de ese cambio. A través del voluntariado, tienes la oportunidad de construir no solo una vivienda, sino también esperanza, dignidad y nuevos comienzos. Cada día de trabajo, cada ladrillo colocado con tus manos, puede transformar la vida de una familia como la de Angélica. Únete y sé parte de quienes creen que un hogar digno es el primer paso para sanar y volver a soñar.