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FAMILIA DOROTEO AGUILAR

4 diciembre 5 diciembre

Vivir en condiciones de hacinamiento y depender de espacios prestados afecta profundamente a la familia de Edgar Doroteo Aguilar y María Guadalupe González. Al no contar con un hogar propio, dependen de la vivienda de la suegra de Edgar, lo que limita su estabilidad, privacidad y autonomía. Compartir espacios reducidos, sin áreas suficientes para cada integrante, genera dificultades en la convivencia familiar y en la posibilidad de que los hijos crezcan en un entorno seguro y adecuado. Esta situación impacta directamente en su desarrollo, ya que los niños no cuentan con un lugar propio donde estudiar, descansar o simplemente sentirse protegidos dentro de su hogar.

En la comunidad de Ahuatenco, Estado de México, Edgar, de 37 años, se dedica al campo realizando labores como manejar el tractor, siendo el principal sustento de su familia. Su pareja, María Guadalupe, de 31 años, se entrega al cuidado de su hogar y de sus hijos, procurando que tengan lo necesario para seguir adelante. Juntos son padres de tres niños estudiantes: Andoney, Belinda, Donovan y el pequeño Dorian. A pesar de las limitaciones de su entorno, los niños mantienen la ilusión de continuar con sus estudios y cumplir sus sueños de superación, demostrando una gran resiliencia y esperanza.

La vivienda donde habitan consta de únicamente dos cuartos de cemento con techo de madera, dentro de la casa de la suegra de Edgar. Estos espacios carecen de ventilación e iluminación adecuada, lo que dificulta las actividades cotidianas y afecta la salud de quienes viven allí. La familia también dispone de una pequeña cocina exterior, construida con tierra y madera y cubierta con lámina, que hace más complicado preparar los alimentos de manera segura. La ausencia de un refrigerador obliga a la familia a comprar comida día a día, lo que representa un esfuerzo constante y un gasto mayor, limitando aún más su economía familiar.

El apoyo de Construyendo tendría un impacto profundo y transformador en la vida de esta familia. Contar con un hogar propio no solo significaría estabilidad y privacidad, sino también un espacio seguro y digno donde los hijos puedan crecer, estudiar y desarrollarse plenamente. Una vivienda adecuada permitiría a Edgar y María Guadalupe brindar a sus hijos el entorno que merecen, lleno de tranquilidad y seguridad, alejándolos de las dificultades que enfrentan actualmente.

Con la ayuda de voluntarios y aliados, la familia Doroteo Aguilar podría dejar atrás la dependencia de espacios prestados y construir un futuro más prometedor. Un hogar propio sería mucho más que paredes y techo: sería el refugio donde la familia pueda fortalecer sus lazos, vivir con dignidad y ofrecer a sus hijos las oportunidades necesarias para alcanzar sus sueños. Hoy, apoyar a esta familia es brindarles la posibilidad real de cambiar su historia y abrir la puerta a un mañana lleno de esperanza.

Detalles

Organizador

  • DIRI

FAMILIA GONZALEZ CLIMATO

Mexico