En lo profundo de la comunidad de Mesas de Zacango, en un rincón donde las montañas se abrazan con el horizonte, vive una familia que lucha cada día por construir un futuro mejor. Jesús Domínguez, mejor conocido como Chuy, y su esposa Marisela, una pareja trabajadora y soñadora, están dando lo mejor de sí para salir adelante. A sus 40 y 30 años, respectivamente, han enfrentado diversas adversidades, pero el nacimiento de su hija Samantha les ha traído una luz de esperanza y un motivo más para seguir adelante.
Aunque su vida está llena de amor y esfuerzo, no está exenta de desafíos. La familia depende de la agricultura, con el cultivo de maíz, y del trabajo de Chuy como albañil para subsistir. Sin embargo, la situación de rezago en la que viven les obliga a recorrer más de una hora y media solo para acceder a los servicios básicos de salud y alimentos. La falta de un empleo estable ha dificultado su capacidad para obtener los recursos necesarios para una vivienda propia, lo que aumenta aún más la incertidumbre que enfrentan cada día. Actualmente, habitan un cuarto prestado por el hermano mayor de Chuy, un espacio que aunque adecuado, no les proporciona la paz de saber que tienen un hogar al que pueden llamar suyo.
A pesar de las dificultades, Chuy y Marisela no pierden la esperanza. Su mayor deseo es brindar a su hija Samantha un hogar digno, seguro y lleno de amor, donde pueda crecer y prosperar. Con la esperanza puesta en la colaboración de aliados y voluntarios de Construyendo, sueñan con hacer realidad este anhelo. Un hogar propio, un espacio donde puedan ver a su hija desarrollarse con bienestar, es la meta que los impulsa a seguir luchando con valentía, sabiendo que, aunque el camino sea largo, con apoyo y esfuerzo, lograrán alcanzar este sueño tan importante para su familia.