En la humilde comunidad de Mesas de Zacango, en el municipio de Villa de Allende, vive la familia Bernal Cano. Nicolás, de 35 años, trabaja como albañil y, con esfuerzo y dedicación, ha logrado recientemente ser ascendido. Su esposa, María Teresa, de 27 años, es ama de casa y espera con ilusión a su segundo hijo, cuidando de su salud con controles médicos regulares. Su hijo Agustín, de 10 años, es un niño ejemplar que se esfuerza en la escuela con el sueño de construir un mejor futuro para su familia.
La familia enfrenta enormes retos en su día a día. Su hogar es un pequeño cuarto con dos camas, donde el hacinamiento es parte de su cotidianidad. Las paredes, desgastadas por el tiempo, apenas protegen del frío, mientras el techo con goteras se convierte en un desafío durante las lluvias. Su cocina, hecha de maderas y cubierta con lonas de nylon, no solo es precaria, sino también peligrosa para la familia. Además, carecen de servicios básicos adecuados: el agua llega de manera intermitente, no tienen un baño digno y dependen de una letrina, lo que ha afectado la salud de María Teresa y del pequeño Agustín.
A pesar de las dificultades, esta familia no pierde la esperanza. Sueñan con un hogar seguro, un lugar donde puedan vivir con dignidad y dejar atrás la adversidad. Con valentía y determinación, han buscado apoyo en la fundación Construyendo, con la esperanza de que, junto a aliados y voluntarios, puedan hacer realidad su anhelo más profundo: tener un hogar que sea un refugio para sus sueños y su bienestar.