En un mundo donde las desigualdades son una realidad palpable, el trabajo comunitario se convierte en una herramienta poderosa para transformar vidas. La solidaridad y el apoyo mutuo pueden ser la diferencia entre la esperanza y la desesperanza, sobre todo cuando se trata de garantizar un derecho fundamental como lo es la vivienda. Involucrarse en proyectos que apoyan a las familias más vulnerables no solo mejora la calidad de vida de quienes más lo necesitan, sino que también fortalece los lazos comunitarios y crea un futuro más justo para todos. Es por eso que es fundamental que cada uno de nosotros participe activamente en iniciativas que busquen aliviar las cargas de los que atraviesan momentos de dificultad.
La familia Esquivel Marcelino reside en la comunidad de Mesas de San Martín, en Villa de Allende. Está formada por Marco Esquivel, un hombre de 33 años que, como albañil, trabaja incansablemente para sacar adelante a su familia; Flor Yesenia Garduñe, su esposa, también de 33 años, quien dedica su tiempo y esfuerzo al hogar y al cuidado de sus hijos; y sus dos hijas, que son el corazón de su vida: María Guadalupe, una joven de 15 años que lucha diariamente con las dificultades de una fractura en el fémur, y Naomi Sofía, su pequeña de 3 años, quien va al kinder con una sonrisa que ilumina todo a su paso.
A pesar de todo su esfuerzo y dedicación, la familia enfrenta una realidad llena de desafíos económicos. Los ingresos de Marco son impredecibles, pues dependen de la construcción de obras que no siempre llegan. En ocasiones, la única forma de subsistir es a través de la crianza de pollos y cerdos. Estos esfuerzos, aunque valientes, no siempre alcanzan para cubrir lo más básico.
Viven en una casa sencilla, construida con materiales tradicionales. Las paredes son de bloque, el techo de concreto, y aunque una recámara tiene piso de cemento, la otra tiene loseta. La cocina, que se encuentra en la parte trasera, tiene un techo de lámina, y el baño carece de agua corriente, por lo que deben cargar agua en cubetas para satisfacer sus necesidades más esenciales.
A pesar de las dificultades, la familia no pierde la esperanza. Su mayor sueño es tener un hogar propio, un lugar donde puedan vivir con dignidad y donde sus hijas puedan crecer en un ambiente más seguro y saludable. Es por eso que Marco, decidido a mejorar la calidad de vida de su familia, se acercó a Construyendo, una organización que conoce bien y que sabe que puede hacer una diferencia significativa en su vida. Este apoyo no solo representa una oportunidad para mejorar su hogar, sino que también abre una puerta hacia un futuro lleno de posibilidades, brindando a sus hijas una esperanza renovada de una vida mejor.
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