La familia Hernández Mendoza, formada por Juan Diego (24 años) y María Fernanda (21 años), lucha día a día por brindar un futuro mejor a su pequeño hijo, Jesús Tadeo. Juan Diego trabaja arduamente en una granja de pollos, mientras que María Fernanda, con dedicación y cariño, cuida de su hogar y de su hijo. Residen en Tequisquiapan, Querétaro, en un ambiente que refleja sus desafíos y sus sueños.
Viven en una situación de marginación y rezago, compartiendo un solo cuarto prestado con otros familiares. El espacio es limitado, y las paredes, desgastadas por el tiempo y la falta de mantenimiento, apenas pueden ofrecerles el refugio que necesitan. La casa, en malas condiciones, es testigo de las noches en que la humedad y el frío se cuelan, haciendo más difíciles sus días.
A pesar de su esfuerzo, los trabajos informales no les han permitido construir un hogar propio, un espacio donde su pequeño Jesús Tadeo pueda crecer con seguridad y dignidad. Pero, a pesar de las adversidades, la esperanza sigue brillando en sus corazones. Con la ilusión de ofrecerle a su hijo una vida mejor, han acudido a Construyendo, buscando no solo una casa, sino un lugar donde sus sueños puedan echar raíces, un hogar donde puedan vivir con tranquilidad y mirar hacia un futuro más prometedor.