
En comunidades como Ocuituco, Morelos, tener una vivienda digna sigue siendo un privilegio inalcanzable para muchas familias. A pesar del trabajo arduo y el deseo de salir adelante, miles de personas viven en condiciones de hacinamiento, en casas prestadas, sin privacidad ni seguridad. Para ellas, un hogar propio no solo significa tener un techo: representa un espacio donde sentirse en paz, donde las hijas e hijos puedan crecer con confianza, y donde los sueños encuentren raíces. En un contexto de marginación, construir una casa puede marcar la diferencia entre sobrevivir… o comenzar realmente a vivir.
Beatriz, de 42 años, vive en Ocuituco con sus tres hijas: Elisa, de 14 años; Karla, de 18; y Nadia, de 20. Cada una se encuentra en una etapa distinta de su educación, y todas luchan por salir adelante. Beatriz, madre soltera, trabaja en una farmacia y se esfuerza cada día para apoyar a sus hijas tanto en lo académico como en su vida cotidiana.
Su hogar actual es la casa de su padre, quien es viudo. Allí, las cuatro comparten dos cuartos. Muchas noches deben dormir juntas en una sola cama matrimonial, y otras veces, cuando no hay espacio, recurren al suelo con cobijas para poder descansar. Viven en condiciones de hacinamiento que limitan su privacidad y afectan su bienestar, pero no su unión como familia ni sus ganas de salir adelante.
Tras separarse de su esposo por problemas personales, Beatriz ha buscado nuevas oportunidades para reconstruir su vida. Con esperanza y determinación, se acercó al equipo de Construyendo, convencida de que un hogar propio sería un nuevo comienzo. Lo expresa con el corazón:
“Tener una casa propia nos ayudará a ser más felices y a lograr muchas cosas que no puedo describir.“
Y es que una casa es mucho más que paredes y techo: es un espacio de seguridad, de dignidad, de futuro. Sumarte a Construyendo como voluntaria o voluntario es una forma tangible de cambiar vidas. Con cada esfuerzo compartido, no solo se construye una vivienda: se siembran oportunidades, se fortalecen familias y se cultiva esperanza. Ser parte de esta causa es ser parte de un cambio profundo que impulsa el desarrollo integral de quienes más lo necesitan. Hoy, tú también puedes ayudar a que más familias como la de Beatriz tengan un lugar donde empezar de nuevo… y soñar en grande.