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FAMILIA CALA RODRIGUEZ
En Ocuituco, Morelos, muchas familias viven con la esperanza de tener un lugar propio al que puedan llamar hogar. A pesar de su trabajo constante y del profundo amor que se tienen, enfrentan condiciones de vida marcadas por la pobreza, el hacinamiento y la falta de oportunidades. En un entorno donde los recursos son escasos y el acceso a una vivienda digna es casi imposible, contar con un espacio seguro, limpio y cálido representa mucho más que una necesidad material: es un anhelo que da sentido a sus esfuerzos diarios y que puede transformar por completo sus vidas.
Miguel Ángel, de 65 años, y Enedina, de 63, viven en Ocuituco junto a sus tres hijos: Ángel Jair, de 11 años, y Cristian, de 8, ambos estudiantes de primaria, y Freddy, de 35, quien, junto con su madre, se encarga de las labores del hogar. Miguel Ángel trabaja incansablemente como campesino para llevar el sustento a su familia.
Su día a día transcurre en medio de carencias. Viven en una casa prestada por un familiar, con paredes firmes pero insuficientes para protegerlos del frío y la humedad durante el invierno. El espacio es reducido: un solo cuarto que comparten los cinco. Muchas noches, alguno tiene que dormir en el suelo para que los demás puedan descansar un poco mejor.
A pesar del esfuerzo y la unión familiar, las condiciones de hacinamiento, la pobreza y la marginación han sido barreras constantes en su camino hacia una vida digna. Durante años, tener una casa propia ha sido un sueño postergado, una meta siempre presente pero fuera de alcance.
Hoy, Miguel Ángel y Enedina han encontrado en Construyendo una luz de esperanza. Se han acercado con ilusión, buscando no solo un techo, sino la posibilidad de ofrecerle a su familia un espacio seguro, cálido y propio. Porque un hogar no es solo un lugar para dormir: es donde florece la dignidad, donde los niños pueden soñar y crecer, y donde el esfuerzo de toda una vida puede encontrar descanso.
Tú también puedes ser parte de esta transformación. Como voluntario o voluntaria de Construyendo, tienes la oportunidad de poner manos y corazón para cambiar realidades, construir hogares y sembrar esperanza en comunidades que lo necesitan. Cada pared que levantas, cada familia que escuchas, cada sonrisa compartida deja una huella imborrable. Súmate a esta causa y descubre cómo, juntos, podemos construir mucho más que casas: podemos construir futuros.