La familia Meza Castro, integrada por Erika (33 años), Roberto (56 años) e Isaac (6 años), es un claro reflejo de la lucha diaria por salir adelante en medio de la pobreza y la marginación. Erika, con su incansable trabajo de limpieza en casas, y Roberto, quien se esfuerza por conseguir trabajos esporádicos que apenas cubren lo esencial, enfrentan juntos una vida llena de sacrificios. A pesar de sus esfuerzos, la pobreza y el rezago social marcan su realidad en Tianguistenco, un lugar donde, además, los recursos son limitados y las oportunidades escasas.
Su hijo Isaac, en su corta edad, pone todo su empeño en aprender cada día en la escuela, con la esperanza de un futuro mejor, pero las dificultades cotidianas parecen apagar esa luz. Su hogar, construido con materiales como madera, cartón y plásticos, no les ofrece la protección necesaria frente a los constantes cambios climáticos y las condiciones extremas que enfrentan. La casa de la familia no es un lugar seguro ni cómodo, sino un refugio precario donde las gotas de lluvia se cuelan por las goteras y donde, cada semana, Erika debe buscar plástico para protegerse de las inclemencias del tiempo.
A pesar de este panorama, la familia Meza Castro mantiene viva la esperanza. En su búsqueda por mejorar su situación, se acercaron al equipo de Construyendo, confiando en que existe una oportunidad de cambiar su realidad. Las palabras de Erika, con un tono lleno de sinceridad, no solo reflejan su lucha, sino también la fortaleza de su corazón: “Mi cuarto se gotea cuando llueve, debo conseguir plástico todas las semanas para cubrirnos de nuevo. De todo corazón, ojalá haya alguien que quiera apoyarnos, estaremos agradecidos para siempre”.
El deseo de Erika de mejorar sus condiciones de vida es un llamado a la empatía y solidaridad. La familia Meza Castro no pide limosna, sino una oportunidad para que su hijo crezca en un hogar digno, donde pueda sentirse seguro y amado.